El Rumbo de tus Sueños

Jamás, te recuerdo,
porque nunca te olvido,
tu cuerpo fue la guarida,
soledad
favorita de mi cuerpo.

Hay un estela de ausencia,
de coincidencia literaria,
de locas armonías,
de piel azteca.

Y ahora tengo las arterias,
llenas de etcéteras,
y un corazón espartano
y unas manos,
que creen en los milagros.

Pero son tan perezosos,
son tan impuntuales,
como hermosas tus tristezas,
como las mías, fatales.

Y ahora tengo las arterias,
llenas de etcéteras,
y un corazón espartano
y unas manos,
que creen en los milagros.

Al límite de un temblor,
de conspiración divina,
el rumbo de tus sueños
coincide, con mis pesadillas.

Autor: Enrique Bunbury

Canta: Enrique Bunbury

Descarga la canción en el siguiente vinculo:

Enrique Bunbury – El Rumbo de tus Sueños.MP3 

(simplemente da click sobre el vinculo de arriba, click en el botón "Guardar", selecciona la carpeta, guardar y listo, iniciara la descarga, disfrutala…)

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes está noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda Reloj

De un animal sorprendido

 
Soy un constante experimento de situaciones,
de emociones que se anidan en mi pecho,
soy animal que se encuentra cautivo,
como sal mezclada con el vino o la cal
que se moja por descuido sin aprecio.
En el índice, cruel y absurdo de la jurisprudencia,
se encuentran vacios tu nombre y mi apellido,
como en esas actas de la mujer que se casa,
como aquello que es de uno y aun asi desconocido,
como esas notas, que se firman cual recetas,
compra-venta de la ilusión que se inventa,
documentos, textos, sueños truncos, amor fallido.
Tú no me compraste, fueron tus besos finos,
tu risa suave, tu tacto prohibido,
ayer la puerta abriste, y hoy,
soy mascota que se ha perdido en el destino,
con corazón desvalido, aunque aun asi,
caricias no falten por mi camino.
No es dolor lo que profeso con mi aullido,
tampoco es amor, es solo la historia que narro
en la noche con los mendigos, de pasos errantes,
abrazo comparten al fiel amigo, un par de medallas,
firmas y rayas por los ombligos…
Estoy bien amada mia, amada niña ama mía,
por si aun se pregunta, le interesa o se lamenta,
si no me cree venga, me sobran testigos.
 
Hussein Chezgalí